La muchacha con largos ojos de Venus nórdica
me besó como desatinada adolescente
que a mano armada roba
su primer beso
a una boca comprometida.
Y con los nervios ahogando mis palabras
guardé silencio, era más prudente
fingir ser tonto
que cazador de piernas cortas
a plena luz del día.
Ella no aceptó la sorpresa. Sin menoscabo
rehusó entender que el miedo
es mucho más promiscuo
que los deseos mundanos.
La muchacha con ojos más largos que el día
besó mi noche con la frugalidad
espartana
de quien demanda hacer la guerra
para saciar la sed de paz
en cada célula del cuerpo.
DANIEL MONTOLY -República Dominicana-
Publicado en La Biblioteca
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