No te limpies la sangre de las comisuras:
que sepan que eres el mordedor de cuellos.
Después todo serán flashes,
idas y vueltas
por tu psicología.
Y aunque los niños trepen a los árboles para arrojarte piedras
y aunque los espejos huyan a tu paso,
tú,
extraña criatura de siglos,
podrás morder en paz
hasta vaciar cada palabra,
hasta volver al lecho donde reinan las sombras.
JULIO ARANDA -Argentina-
Compartido por Rolando Revagliatti
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