Escribo poemas para levantar la vista y volver a mirar lo que no veo de tanto estar absorta en pensamientos.
Las palabras del poema son una lámpara que ilumina la sombra que mi persona proyecta en lo inmediato, haciéndolo invisible.
Escribo poemas queriendo ver al menos un momento lo que estoy siendo.
Mis poemas son ruinas que voy dejando atrás en un camino que recorro prácticamente a ciegas, creyendo por momentos que entiendo algo.
En mis poemas distingo hilos de sentido que finalmente me conducen a esta sensación de incertidumbre con la que vivo siempre.
Para mí la poesía es una búsqueda de conocimiento en la que mis preguntas, al igual que mi yo que las plantea, se desvanecen.
Los poemas y yo no acabamos de cuajar, hay un momento en que interrumpo un poema porque me interrumpo también.
En los poemas me estoy siguiendo, me estoy hablando incluso a sabiendas de que eso es imposible y que nunca me alcanzaré para decirme a mí misma lo que quería decir.
Cada libro de poemas es un trasiego, voy y vengo con las palabras pretendiendo entender algo que se me va olvidando en la medida en que ellas me arrastran y abren veredas.
Escribo y reescribo los poemas y al final me doy cuenta de que quedan en los huesos casi sin ornamentos. Quisiera no ser así, incluso envidio lo que otros poetas se permiten, pero una no es la poeta que quiere sino la que puede ser.
Alicia García Bergua
Publicado en Periódico de poesía 94
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