viernes, 20 de enero de 2017

POLICROMÍA


Atardecer alegre de límpido cielo
en las riberas y el pueblo;
un fondo verde con matiz dorado
sobre el pincel aterciopelado.

Un río caudaloso que viene danzando
y en el remanso silencioso,
en deleite extasiada y en paz gozando,
surge cual princesa, una morena de talla hermoso.

Negra cabellera hasta el agua ocre,
piel canela y dulce sonrisa,
con su atractiva silueta se posa sobre
la frágil ribera de arcilla rojiza.

Preciosa mujer singular del Amazonas,
que armoniza con la belleza natural,
con la llanura bordada de árboles
y con el atardecer policromal.

Y allí, bajo el Sol candente en demasía,
se mueven los seres en derrochante energía:
las avecillas de colores cantan junto a las orquídeas
y en los altos árboles se anillan las boas amarillas.

Los aguajes en racimos de rojo encarnado
surgen de palmeras de tallos magníficos,
que en su corazón fabrican nidos
los guacamayos polícromos.

Cual algodones decorando al cielo
cúmulos y nimbos se suspenden
sombreando a los bejucos que, en los árboles,
parecen serpentinas colgantes.

Tras las cortinas de las verdes hojas
surge una alegoría de colores de helechos,
de flores silvestres de cáliz y panojas,
en combinación exacta por puro capricho.

Ya cerca al crepúsculo, mariposas multicolores
juguetean pirueteando en ese escenario,
desde los pastizales hasta remontarse
tras la mágica sombra de los bosques primarios.

Armando Rebatta Parra -Perú-

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