Con la belleza por vivir vestida,
Mariana, semillero de lealtad,
luchó por implantar la libertad
en una tierra gris y corrompida.
Indócil oleaje fue la vida
de esta heroína, cálida en bondad,
que, como luz de generosidad,
amanecía más fortalecida.
Sol de mujer, deidad cautivadora,
que atesora la savia de esa aurora
nueva que sale invicta del fracaso.
Hoy, el hombre camina tras su huella
que sobre el mundo, con amor, descuella
para esplendor y gozo de mi ocaso.
Del libro Mi Granada de Carlos Benitez Villodres -Málaga-
Publicado en Pensamiento poético
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