sábado, 21 de enero de 2017

LIBERTAD DOMADA


El dolor de la maldad

Al ser del que no puedo prescindir 

¿Qué dejaría el camino
a mi corazón de niño
si no te hubiera encontrado
ni de ti hubiera sabido,
de un ángel tan bondadoso,
de un aliento tan sencillo,
de una muchacha tan dulce,
donde hallo todo mi alivio?
Eres mi sola esperanza,
el único gozo mío,
no me da otro bien la vida,
solo con tu luz, respiro,
cuánto egoísmo y violencia,
en el mundo, he conocido
y qué poco he visto en ti,
amado cielo bendito,
eres un rayo divino,
resplandeciente y benigno,
nunca penas con tu ser
mi sentimiento ha sufrido,
tu roce es santa dulzura,
tu espíritu es aire limpio,
dice la gente que el hombre
es un animal inicuo,
que el cinismo lo domina
y que hace el mal escondido,
que persigue privilegios
que no le están permitidos
y que aunque falso, lo oculte,
su afán es el latrocinio
pero lo que en ti yo he visto
es un candor exquisito,
una inocencia de infancia,
no entra el mal en tus dominios,
tu conciencia es rigurosa,
en ti gozo un paraíso
que me cura las heridas
de tantos adentros fríos,
¿donde hallaría refugio
sin tu corazón bonito
para tantos intereses
limitados y mezquinos?
Nunca buenos conocí
sin un desprecio maligno,
la arrogancia de los justos
los volvía corrompidos,
pero tú eres indulgente
sin que al mal hayas cedido,
no puedo vivir sin ti
por ti del dolor me libro
con que hieren los dementes,
de su pequeñez, cautivos.

Luis Rafael García Lorente

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