jueves, 5 de enero de 2017

CUANDO EL ESTE, ERA EL ESTE, Y EL SOL CONTINUABA NACIENDO


(Dos semanas antes de la libertad total-25/10/1989)

Esta noche me hallo desplazado , ausente
del aposento que cada ida, a la noche
el sol con el opaco crepúsculo deja
y mi mente desasosegada e inquieta
con ahínco empuja a lo inmenso de ensueño.
He visto estrellas fulgurantes, haladas,
con sus colas inmensamente alargadas
lotando sin rumbo fijo entre nubes,
me he dejado impregnar por rocío y escarcha,
a mi alcance sobrevolaban mil naves
de algún planeta para mí desconocido,
repleto de seres vivientes sin habla
enmudecidos sin poseer propia palabra,
he acompañado en todo su ciclo al alba
desde su inicio hasta su diaria conclusión
y su resplandor opaco " no abrasaba "
en su recorrido monótono y cierto,
pero muy severamente ensombrecido
porque bajo ella, solo ingratitud se halla.
He volado sobre tierras ásperas
y de esta manera sé, de gentes
que sin vacilación y entereza
hoy mismo desafiarían a la muerte
a cambio de vivir en lo fértil
en el mismo plano, junto al hombre
libre de opresiones y de llantos,
de carencias y desencantos ausentes,
libres de venganzas y rencores,
con libertad de izar o recoger
y mostrar su forma o expresiones ,
 salir, entrar, trasnochar, madrugar,
 libertad , libertad sin temores.
Después de circundar el espacio
transido, al volver de mi ausencia " supe "
 que realmente sí que había soñado,
mas nunca lamenté ni un instante
el haberme trasladado un rato,
que el planeta era Tierra ahora sé,
que las gentes henchidas de deseos
moran cerca de aquí, justo al Este,
todos eran poseedores de voz
pero sus gritos, enterrados siempre.

José Martínez Giménez
Publicado en Acantilados de papel

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