(Para Pepita Dubois)
La verdad es dolorosa,
como el mar,
como el sol,
cuan la mirada de Dios.
El dolor es verdadero,
como el barro,
cuan el viento,
como palabra de Dios.
La verdad y el dolor
bailan el baile de la vida;
de una vida sana,
enferma,
insegura,
diseminada,
controlada,
desmenuzada,
herida,
rebautizada…, pero no muerta.
Hoy no hablo de la muerte,
hoy hablo de la verdad y el dolor
y de la suerte de contar,
en medio de todo este disparate,
con la figura de Dios.
La figura del dios
que camina entre el dolor,
entre los pequeños elementos
que se confunden
con miradas pálidas,
con recuerdos desajustados,
con esa muerte que nunca existió
y de la que hoy…,
no voy a hablar…
La verdad y el dolor
sólo son conocidos
por Dios…
Julio G. del Río
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