La sangre prende como fuego sobre la nieve… La belleza de la sangre en Estocolmo es de extremos,
piensa la mujer cuando las gotas caen de su herida y reproducen las islas amadas. ¿Quién me atacó desde la sombra? Cuando me defendí, ¿quién cayó en su cuchillo sobre la nieve roja de la Plaza de Stortorget?
La nieve de fuego... ¿Quién? ¿El golpeador de mi marido para que no lo denuncie? ¿Mi codicioso hermano por la herencia? ¿El hombre sin rostro que me atisba?
¿El universitario acosador al que amenacé con expulsar?
¿Un naciente asesino en serie? ¿Sólo un ladrón?
La mujer distingue cada fantasma como a un interlocutor indeseado. Entonces recuerda a Lisbeth, se inclina en una reverencia y con algo de orgullo coge un poco de nieve para adormecer la herida.
Del libro Cuentos de la colección Estocolmo de
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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