─ ¿Qué miras? ─
Esta descompostura,
que ya no tiene reparación.
El vacío que yace en mí,
ese hueco que me consume,
la penumbra que gotea
de entre mis rotos.
Esas grietas
que por más que quiera
ensamblarlas una vez más,
han empezado a resquebrajarse.
El líquido que ya no escurre
de entre mis ojos
(no sabes cómo lo extraño,
fue la última caricia sobre mi rostro).
ERIC URÍAS
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