Detrás de mí se cerró la puerta,
Y seguí como si nada,
Pero estaba mi alma muerta,
Por esa puerta cerrada.
Que tontos somos los hombres,
No apreciamos lo que tenemos,
Y nos ponemos a llorar,
Cuando todo lo perdemos.
Pero somos orgullosos,
No queremos reconocer,
Que en comparación a nosotros,
Es más grande la mujer.
La mujer mucho merece,
Y siempre va a merecer,
Que le demos su lugar,
Nada mas por ser mujer.
Pero ya va siendo hora,
Aunque sea por primera vez,
Pedir perdón de rodillas,
Y rendirnos a sus pies.
Ramón Alberto Valenzuela Ceceña -México-
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