viernes, 3 de agosto de 2012

POLVO ERES


Entonces Yahweh formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en su nariz aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente
Génesis 2:7


Cuando le encargaron la recogida de muestras en el viejo planeta con el propósito de descubrir una cura para el misterioso morbo, se sintió privilegiado. Los síntomas, aparecidos durante la Gran Migración, empeoraban rápidamente; quizá la expedición acabase expuesta a un virus desconocido. No obstante, cuántos pueden descubrir sus orígenes. Sus antepasados agotaron todos los recursos de la Tierra hasta conducirla a la devastación. Sin embargo en su mente, desde la partida, se han repetido imágenes idílicas de paraísos perdidos. Secretamente, espera encontrar respuestas.
“Atrapen una con el brazo articulado”, ordena. Renuncia al protocolo de seguridad: necesita tocarla con sus propias manos. “Pongo estos seis versos en mi botella al mar”, musita recordando sus estudios de Arqueoliteratura. Ante la nave, millones de botellas, todas iguales y distintas a un tiempo: un denso cinturón que gravita obstinadamente alrededor de la Tierra. Conocedor del primitivismo que caracterizó al viejo género humano, urde teorías para explicar el fascinante fenómeno: misteriosos mensajes tal vez… “Richard Prize, 2010-2065”, lee la etiqueta en voz alta con evidente desilusión. Si una vez hubo un genio en su interior, de él ya sólo quedan cenizas.
Polvo eres y al polvo… El páter titubea y después, sencillamente, efectúa el lanzamiento. Oficia esas ceremonias desde que la cremación pasó a ser el único método de inhumación legal, vano intento por ahorrar espacio en un planeta agonizante.
“Mueren consumidos”. Los párpados del apergaminado cadáver se deshacen bajo los dedos del doctor. “Quizá, una enfermedad psicosomática... Como si, en la Tierra, el hombre hubiese abandonado el deseo de vivir. Como si vagase, igual que un niño alejado de su madre, perdido y sin metas. Sin…poesía”. El gesto suspicaz de su ayudante le devuelve a la única realidad. “El cansancio me hace desvariar”, se justifica inquieto. Prudencia; por menos otros han sufrido arresto domiciliario y penas peores.
La botella flota indolente en el espacio. Tiene todo el tiempo; ante ella se extiende la eternidad.

Salomé Guadalupe Ingelmo (España)
Publicado en la revista digital Minatura 119

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