miércoles, 22 de agosto de 2012

BAJO LA HIGUERA COMO IMAGEN PARA ATRAPAR A HANDKE


Eladio llega como siempre tras subir la cuesta, y como de costumbre me encuentra sentado bajo la higuera,
en la que ya las hojas han comenzado a verdear. En su mano un paquete y en sus labios la pregunta de
siempre, más bien la afirmación de siempre:
‐Marcos, más libros de la capital‐ dice alegre alcanzándome el paquete.
‐Eso parece, Eladio, eso parece‐ le respondo alargando mi mano para asirlo.
Abro con determinación el sobre de burbujas, Eladio observa y no se irá hasta haber visto lo que encierra
bajo las burbujas el paquete. Cuando el libro ya es un hecho en mis manos, leo:
‐“El hombre no mediático que leía a Peter Handke, Edgar Borges (Ediciones en Huida).
‐Vaya título para un libro no Marcos‐ dice Eladio con cara de sorpresa al oír el título del libro.
‐Sí, habrá que desbrozarlo como el huerto hasta encontrar la tierra fértil que bajo la hojarasca siempre
se esconde.
‐¡Bueno!, ¿tiene algo para mí?‐ pregunta Eladio impaciente de recibir algún libro. Y como es acostumbrado en mí ya le tengo preparado uno titulado En el lado salvaje de Peter Magnus.
‐Sí, amigo Eladio, aquí tienes‐ le alargo el libro de Peter Magnus, y el cartero lo coge con su característica impaciencia por abrirlo y leerme al azar un párrafo del mismo. Pero lo detengo y soy yo el que lee un párrafo del libro de Edgar Borges:
<con el que en vano intenta protegerse, generalizando algo que sólo le atañe a él?
Peter Handke (Los avispones)>>
Eladio se marcha con su libro bajo el brazo y yo me quedo a leer “El hombre no mediático que leía a Peter
Handke” de Edgar Borges y que su editorial me ha enviado. En las primeras páginas recuerdo a Italo
Calvino cuando nos invita a perdernos en sus ciudades como dice Borges en su libro citando a Pessoa:
“¡Viajar! ¡Perder paisajes! ¡Ser otro constantemente!
A Edgar Borges parece gustarle, al igual que a Pessoa, recorrer mundos, imaginarlos, buscar en ellos el lado
que no todos vemos, buscar, buscar incansablemente esas imágenes que Handke parece haber perdido en
boca de sus personajes.
<> dice Borges.
Nos pregunta Edgar Borges “se pregunta a sí mismo”:
¿Qué pasillo de su memoria andará recorriendo la señora que toma café muy cerca de mi mesa?
¿Alguien esperará al hombre que en la barra demora su cerveza? Preguntas que Edgar convierte en Puertas,
las mismas con las que ha compuesto su libro estructurándolo en lugar de capítulos en Puertas.
Puertas que se abren a través de la palabra y que nos llevan al mundo del escritor denostado por los medios
oficiales Peter Handke, denostado y relegado, de algún modo, o silenciado por haberse convertido en un escritor molesto: el garbanzo en el zapato de lo políticamente correcto en ese mundo en el que nos imponen una sola manera de pensar, una sola manera de estar, un mundo en el que, poner en duda cierta actitud de los gobernantes, ciertas acciones de las Potencias, acabas siendo silenciado como es el caso de Handke.
Edgar Borges ha novelado su investigación sobre el escritor austriaco y como se dijo al principio sobre el
artefacto de Vila‐Matas, el artefacto que ha construido Borges nos abre puertas a ese imaginario de Handke donde la imagen ha sido secuestrada.
Esta y otras cuestiones de más calado y que necesitan un concienzudo y detallado estudio, son las que
plantea Borges en su nuevo libro al que él mismo ha definido como: “Investigación novelada en clave de
diario”. Un híbrido salido de las entrañas de la novela, la investigación, el ensayo, la entrevista y el diario que
solo el lector podrá descifrar y que yo desde este lugar cual Homero bajo la higuera recomiendo

Marcos Morneo
Publicado en la revista LetrasTRL 46

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