DESPEDIDA DE JOSÉ LUIS RUBIO Compañero y amigo José Luis, nos ha llegado la hora de la despedida. Pero como dice el tópico, no es un adiós, es solo un hasta luego.
Han sido muchos años los momentos vividos y compartidos. Difícil hacernos a la idea de no verte ya entre nosotros.
Quiero en primer lugar recordar tu faceta poética. Si hay algo que con suma fidelidad nos define es todo aquello que hacemos no tanto por obligación, sino en nuestros ratos libres, por lo que nadie nos paga y nos permite expresar los más íntimo de nuestro ser. En este sentido te has identificado con la poesía. Me consta que la has cultivado desde joven, cuando ya los primeros amores arrancaban de tu corazón los primeros versos.
Son muchos los libros que has editado y que han dejado la huella de una dedicación constante durante toda tu vida.
Una vez leí que la gente más feliz de este mundo eran los niños, los poetas, los atletas y los santos, y debe ser verdad porque en todos ellos la nota común que les caracteriza es la alegría, una cierta ingenuidad y una entrega apasionada a lo que hacen.
¡Qué decir de ti como docente! Toda una vida de plena dedicación y compromiso con una profesión que has puesto de manifiesto lo mejor de ti.
Son muchas las generaciones que han pasado por tus manos. Ayer mismo me contabas cómo un antiguo alumno, del que apenas te acordabas, se encontraba contigo en un bar y te saludaba agradecido por enseñarle a leer. Son muchísimos los testimonios que se podrían traer a colación.
No he conocido un maestro al que le costara más faltar algún día a clase. Siempre ejerciendo tu labor con seriedad y discreción. Siempre dispuesto a colaborar en todo, en presentar los distintos eventos y animar las fiestas. Gracias José Luis.
Inolvidables será para nosotros las aventuras y desventuras de tu personaje Chu Lín, que tantas sonrisas ha arrancado a niños, maestros y maestras.
Inolvidable también el bendito desorden ordenado de tu mesa. Tarde o temprano el papel terminaba apareciendo.
En fin ha sido un verdadero privilegio trabajar junto a ti en todos estos años.
Y qué decir como persona. Aprovechando que quizás haya estado más cerca de ti, he podido comprobar tu falta de pericia a la hora de practicar ese deporte al que todos nos apuntamos alguna vez, el de la crítica maliciosa. Te interesan, sí, las personas, pero fijándote en lo mejor de ellas. A esto se le llama humanidad.
Esta misma actitud te llevó también a contraer un compromiso social y político en bien de la comunidad. Intensos fueron aquellos en que compatibilizabas el trabajo en la escuela y tu labor política como Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Conil. Los resultados están ahí.
Pruebas has dado también, y de ello doy fe personalmente, de poseer un genuino sentido de la justicia, y el valor necesario para defenderla por encima de diferencias ideológicas y de otras circunstancias.
Encomiable la constancia, que te llevó a convertir tu programa de flamenco en el decano de la radio de Conil. Y así podríamos seguir con toda una serie de detalles de una vida completamente entregada a los tuyos y a los demás.
Quiero acabar estas palabras, José Luis, asegurándote que tanto yo como muchos otros no te olvidaremos nunca. Gracias por todo y hasta siempre, compañero y amigo.
ANTONIO T. TOCINO ALTAMIRANO.
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