Fin de ciclo
No me quedan silencio ni algazara,
sólo rumor de súplicas me queda,
urdimbre semihostil que se me enreda
obstruyéndome el paso. Si lograra
acallar tales quejas, si escuchara
voces más neutras, música que rueda
con son de hoja otoñal por la alameda,
tal vez mi desnivel se equilibrara.
Porque alguien me dejó desnivelado;
ni amargo ni anhelante ni frustrado,
mas con la sensación de haber herido.
Hay ciclos que se cumplen, andamiajes
que deben desmontarse, y hay viajes
que tocan a su fin. Y hay un vencido.
Ni gozo ni dolor
Se alarga por la calle la añoranza
de ventanas y puertas y balcones.
Si los de ayer, las viejas vibraciones
ya no palpitan cuando el paso avanza.
Cada año debilita ritmo y danza
que iluminar supieron los rincones
de tanta fe, de tantas intenciones,
que ya la mano, ni la mente, alcanza.
Efímero vivir, extenuado
por costumbre gradual, cuyo pecado
consiste en la derrota del amor.
Y no sé si detrás de los visillos
se repiten los mismos estribillos.
Ni gozo ya me causan, ni dolor.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO
Los Angeles, 14 de abril de 2011
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