miércoles, 17 de febrero de 2021

MUJERES SANTAS EMPODERADAS

 En la historia, toda mujer

es referente importante,

su presencia descollante

la hizo siempre engrandecer;

es fácil de comprender,

sean ellas religiosas,

solteras, laicas o esposas,

las de la ciudad o el campo,

o las que aquí yo estampo,

anónimas o famosas.


Para ese poder no importa

cuál es su ubicación social

ni su nivel circunstancial,

pues la mujer siempre porta

lo que al mundo lo conforta.

Más aún, si es religiosa,

la fe la hace bondadosa,

humilde, fiel y servicial

y se vuelve dimensional,

perfectible y estudiosa.


El empoderar requiere

gran requisito exigente

que, verdad, en toda gente

es difícil que impere,

porque uno y otro prefiere

imponer su propia vida,

aunque la tenga destruida.

Las santas, en cambio, tienen

los caminos que previenen

evitar toda caída.


Veinte siglos de la historia,

aunque con vida precaria,

la mujer no fue sectaria

para aspirar a la altura

del mundo interno en blancura.

La Madre de Jesús, María,

en su perfección traía

cómo enfrentar los agravios,

haciéndolos desagravios...

¡con la paz como elegía!


Si a las santas voy a nombrar,

como ejemplos, nada más,

con sus nombres tú plasmarás

toda una historia ejemplar

que no se debe olvidar.

Catalina, Rita, Elena,

Teresa de Ávila, buena,

y de Asís la hermana Clara

con todas se equipara:

¡ejemplos de mujer buena!


Más ejemplos, Teresita

del Niño Jesús; la cima

nuestra Rosita de Lima,

ninguna es favorita

pues ninguna necesita

sobresalir… ¡No hay rivales!

Todas ellas son iguales,

con Teresa de Calcuta,

María Goretti... ¡son ruta,

a Dios..., caminos reales!


Ana, Madre de María,

Beatriz de Silva Meneses:

su vida creció con creces

que al mundo le brindaría

lo que le concienciaría.

Edith Stein, Teresita

de Lisieux, Bernardita

Xoubirous, santa Lucía,

que ante María acudía:

¡son ejemplos que se imita!


De Arequipa, otra peruana:

santa Ana Monteagudo,

ella desató el nudo

de su longitud humana,

al ser otra guía cristiana.

Si la mujer quiere vuelo,

las santas son el modelo

de mujer empoderada,

que debe ser admirada

en la Tierra y en el Cielo.

 

Las santas, empoderadas,

nada exigen para sí;

su afán es "Hacer por ti",

por todas las marginadas

o del vicio esclavizadas.

Son la guía y el ejemplo,

fuera o dentro del templo,

con la decencia y respeto,

sin egoísmo indiscreto…,

que me da paz, si contemplo.


Dios nos concede los dones

no como carga egoísta,

esa es visión muy simplista.

Tampoco a que seamos patrones

sino por varias funciones.

Si algo pedimos, que sea

a que todo el mundo vea

que es para servir mejor

y a darlo con mucho amor:

¡quien se empodera…, moldea!


Quien sólo pides por ti

–sea poder o libertad–

sólo ansías heredad

y que eso no llegue a mí.

¿Eso buscas porque sí?

Si lo que tú has recibido

no lo empollas en tu nido

y le das vuelo hacia el mundo

caerás a lo profundo…

y eso no es apetecido.

Empoderarse es amar,

mas no amarse a uno mismo,

es sacar a otro del abismo,

incluso sin oírle llamar;

es ayudarle a saciar

el hambre y sed de su alma,

que acceda a toda la calma

que merece en paz y amor,

es calmarle ese clamor...

¡y que empodere su alma!


Si no cumplo así con juicio,

mi presencia está en vano,

mi andar no va por el llano

sino bordea el precipicio,

porque sin amor es vicio:

¡Mi presencia está de sobra!

¡Mi "empoderamiento" cobra

algo que en sí no merezco;

por egoísta decrezco,

ni no sustento una obra!

No eres nada sin amor.

Aunque estés ya empoderada,

tu vida ya está acabada

al inicio del fragor:

sólo causarás dolor

en afán de brillar sola,

serás cometa sin cola

que el viento suave derriba…

¡Nunca llegarás arriba

y morirás como una ola…!


El empoderamiento es

servicial, no envidioso,

no egoísta ni rabioso,

no hace alarde ni una vez,

no es injusto; es al revés

de ese pregonar violento…

¡Es marginar todo intento

de romper la paz social,

es abrazar al marginal

porque es hermano, y lo siento!

Por todo eso declaro,

con verdad y juramento,

exhortando al momento

comprender lo que aquí aclaro

y que decidido encaro.

Reclamar cualquier derecho

no es para inflarnos el pecho…

¡Es para servir mejor,

sin causar ningún dolor,

como humano derecho!


En toda santa hay poder

sobre su vida y acciones;

son buenas sus decisiones

en la ruta a recorrer:

¡Sabe que no va a perder,

porque es Dios quien lo acompaña;

no tiene que hacer campaña

para conseguir sus logros!

¡No le teme ni a los ogros

que destrozan con gran maña!


Nunca está ella subyugada

a los criterios mundanos;

no arroja ella con las manos

piedras a vida trozada,

porque sabe que es sagrada

esa dignidad ajena:

¡Es que sabe sentir pena

del hoyo en que otros yacen!

¡Buenos y malos se abracen…!

¡Toda vida ajena es buena!

Guillermo A. Bazán Becerra -Perú-

Publicado en el libro Siempre iluminadas nunca olvidadas

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