Fluye tu carne de agua dulce
bajo la sangre de una piedra calcinada.
Sus ojos de nardos pulsan una guitarra de fuego
diluida en dolores de parto.
Son lluvia de noches envejecientes
cayendo sobre pétalos de margaritas
que esperan su dueño.
Caminamos bajo un jardín incierto
cubiertos por una sombra que se unta de ausencia
mojados por un aura de labios colgados como besos
de una virgen bajo la luna.
Hacemos del amor
un decálogo de pecados por cometer
bendecidos por una rosa azul que se masturba
bajo la contemplación de su propio deseo.
Nuestros cuerpos de humo serán eliminados
pero renacerán abrazados
y se elevaran sobre la piel de la ausencia
que a su pesar nos deja ser.
Volvemos a ser puntos suspensivos
atados a una vorágine de luz que oscurece
cifra sangrante, sobre una escalera
de palabras que al abrazarse
formulan La Pregunta Suprema.
Sufrimos el pavor de ver
nuestro infinito destruido
mientras Deméter pare el invierno
y nos revela:
La Mentira Creadora: El Poema.
La Verdad Que Destruye: El Amor.
Víctor Díaz Goris.
No hay comentarios:
Publicar un comentario