No sabe si acercarse a la ola,
duda, titubea,
no está segura de que sus dedos
deseen su húmeda caricia.
Pero la ola se atreve, se acerca,
con su blanca espuma,
ocultando la arena,
toca la pierna y todo el cuerpo
vibra refrescando la mente.
Después la ola retrocede
seguida por el pie
que quiere sentirse mecido
por la burbujeante espuma
y refugiarse en la tranquila
paz del mar.
JOSÉ LUIS RUBIO
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