Cuando el lamento brote
en cascadas de luto,
y haya gritos de sed en los ojos del viento,
es que ya no tendrá agua
el océano de la vida.
Cuando el Pastor de los martirios
viaje por el cosmos explorando
nuevos amaneceres
es que su hábitat, la tierra,
ha destruido.
Y el rebaño de luceros lo castigará
estremeciendo su alma,
estrangulando sus ojos,
regando amargura por cada una
de sus hipócritas células.
Su orfandad será
un rumor de lagarto extraviado,
y los otoños caerán
como esquirlas en la ambición
de su pensamiento.
A lo lejos,...
en el quebrado infinito
se escuchará, ¡cómo ladran los perros!
y el regazo del cielo, estruendará
como piedras en sus oídos.
Entonces, ...
el pájaro alado silenciará
su graznido salvaje,
y un relámpago de párpados
humedecerán
la lluvia de sus ojos.
¡Será el fin!
Juan Elmer Caicedo Niquén
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