sábado, 20 de octubre de 2018

UNA FLOR EN EL PARAÍSO... DE VILLAJOYOSA


En uno de mis paseos nocturnos por el Paraíso de Villajoyosa, me encontré con esta flor que, en medio de la noche, exhibía una belleza rotunda y solitaria. Es una flor abundante, pero ella estaba sola en la penumbra. Por lo menos en un radio de 20 centímetros.
-¿Qué haces ahí, flor de terciopelo? –le dije.
-¿De terciopelo? –me contestó-. ¡Qué cursi y qué ñoño! Yo soy una flor, no una cortina o un vestido.
-Pero hermana…
-¿Ahora me llamas hermana? Tú eres tonto de capirote.
-Es que me trastocas las hormonas, me debilitas el pensamiento y la inteligencia, me reblandeces los sesos.
-Ya, y se te hacen agüilla los almohadones.
-Exactamente, y se me descodifica el cerebelo.
-Ya veo, ya veo… ¿Vas a seguir desbarrando?
-Todo lo que pueda.
-¿Por qué?
-Porque mi alma está llena de erizamientos impulsivos. ¿No ves que soy un puro temblor y que levito contemplando tu belleza?
-Serás capullo…
-Sí, un capullo que está a punto de abrirse.
-Ya… ¿Por qué no sigues andando y me dejas en paz?
-¿Y no temes quedarte sola?
-¿Es que crees que van a violarme?
-No sé, puede que te pise un caminante de la noche.
-¿Aquí, en la alambrada?
-Bueno, a lo mejor viene una ardilla y te toca los pétalos.
-Una ardilla no, pero hay un perro que se acerca todas las noches a mear en este punto. A mear y a otras cosas más gordas. Creo que las tienes bajo los pies…
-¡No me digas que he pisado una mierda!
-No se dice mierda, se dice caquita…
-¿Caquita? Eres una flor estúpida.
-No me insultes, recuerda que soy tu hermana.
-Vete a freír espárragos a la Robella.
-Los espárragos son ásperos, ¿no decías que yo era de terciopelo?
-Sí, pero estás meada.
-¿Meada? Un hermoso perro me rocía cada noche con su agua bendita. Ella me sirve para lavarme. También depone sus heces junto a mí, y ellas me sirven para alimentarme y crecer. ¿No ves lo hermosa que estoy? ¿Por qué reniegas ahora de mí, si decías que se te erizaban los pelos con mi belleza? ¿Dónde ha quedado tu materia sensible? ¿Dónde tu galanura y tu elegancia?  Eres un pedo de lobo. ¿Por qué huyes de una simple caca de perro?

Esas cosas me gritaba la flor, pero yo ya había cruzado la carretera y me había metido en el mar para que la sal me quitara el insoportable olor que desprendía mi alma.

Del libro La magia de lo auténtico de Mariano Estrada

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