Me causa a mi desazón
que aun cuando color insisto
en ponerle a mi cabello
porque, según mi opinión,
así luce éste más bello
y como tal mejor visto,
a las poquitas semanas
pierde su obscuro color,
al que he dicho lo someto;
sí, de las porfiada canas,
háganme enorme favor,
de su burla soy objeto.
Parece que me exigieran
a que acceda a tal pigmento,
que de su color se engrieran
sin considerar mi intento;
retándome así en un duelo
de que blanco esté mi pelo.
Mas seguiré en la contienda
y no soltaré la rienda;
porque, si joven yo fuera
sin duda canas luciera
y lo haría muy contenta
pero, a mi edad, ¡me revienta!
María Adelina García Corea
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