Absorta en el aroma de tu piel dormida,
recorro conmovida tu corola,
hasta el despertar de tu piel erguida.
Como arcilla entre tus mares he vivido,
y el festín de tu versar etéreo,
en las planicies y los riscos de mi piel teñida.
Porque, amor,
en nuestra entrega incandescente del ahora,
forjamos nuestra aurora del mañana,
y a la luz conspirante de las lunas,
nuestros pies entrelazados y empapados,
andarán el crepúsculo infinito,
que nos solapa en el escollo de la ría,
por siempre y para siempre,
en el misterio eterno de tu amor y el mío.
Hortencia Aguilar Herrera -México-
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