jueves, 14 de diciembre de 2017

MIS HIJOS


Espigas doradas
de mi única siembra;
de mi siembra mejor.
Brazos de azucenas,
que reciben la vida en
besos del rocío.
Trigo sagrado,
de la mesa donde me alimento.
Satisfacción completa,
que no cabe
en las esquinas de mi pecho.
Canto de palomas en cálido vuelo,
que saluda mis mañanas.
Sonrisas de lucero,
que reciben gotas cristalinas
al deslizar mi cara.
Delicados dedos
que alejan tormentos.
Miradas que enternecen mi alma.
Errantes golondrinas que en mi hogar
tienen techo. Huellas eternas
de mi entraña. Perlas de mis ojos,
dibujadas en sonrisas.
Amores que perduran mil vidas...

María del Rocío Hernández 

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