Al atardecer
el silencio es ahogado
por el aleteo de golondrinas
que surcan el cielo
como si tuvieran un pincel
en las alas.
Con la mirada
la imaginación echa a volar
y el surco de la vida
engrandece el alma
aunque la vida sea
solo pasar.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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