El poeta dijo:
“En la otra orilla hay fiesta”
Sus manos orientaron el viaje y su lengua la palabra.
Las naves seguían las estrellas junto al aliento de los remeros.
El poeta repitió:
“Me esperan”
y danzó sobre la noche.
Su cuerpo giró hacia Oriente y su rostro miró por última vez Occidente.
Lejos, las piras encendidas y los becerros sagrados,
anunciaban lo eterno.
Del libro “Cuerno de marfil” de
Ángela Gentile -Argentina-
Compartido por Rolando Revagliatti
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