I
Hay un sitio en el humo de la sopa
y un espacio en el lavabo de la duda
que reclaman la voz de dios
en la orina que pudren los vagones,
en los ojos que muerden el polvo de Mauthausen.
Hay un lugar de tiniebla donde la oración
escala un versículo de fuga:
descubre hilos de memoria en la trama de polvo,
limpiando el rostro de la aljama.
Hay un vacío en el crepúsculo del atlas
que posee la contextura de la piedra,
universo del ojo que escandaliza a la escritura.
Hay una hilera de barracones y una única ventana:
teatro en la pupila. Asombro en los bastidores de la mirada.
Holocausto en el escenario de la cara.
II
Cambié el escenario de la muerte,
drama le puse a la osamenta de tu sombra,
dominio de una lengua viva y el alma
insobornable de toda mano diestra.
Escribo desde la húmeda letanía de la culpa.
Avanzo en la oración con sus olas de incredulidad.
Acojo como divisa vuestra sed pretérita
en un fragmento apócrifo de Heráclito.
Arrojo la mirada en un guijarro de letra
y la súplica de la onda y el río de vocablos
revelan el exacto radio y el oculto salmo:
Primo Levi ha muerto y dios aún no lo sabe.
ÁLVARO QUINTERO MEJÍA -Colombia-
Publicado en Luz Cultural
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