El tiempo
después de dártelo...
Pedro Salinas
La ciencia ha demostrado que el tiempo se percibe
según la edad vivida, que en la infancia es más lento
que en la adultez, primeras olas de los veranos.
Ocho horas de trabajo parecen cinco y media;
dos horas de película entretenida, una;
y noventa minutos de partido, sesenta.
Apenas un fotón, el beso de Salinas,
tiempo nacido y muerto en un mismo instante,
aunque el recuerdo diga que fue más…
Por eso, amada mía, amemos y vivamos,
sea cada minuto, minuto amado y vivo,
que los segundos idos en el trigo feraz
se queden en tu vientre, como quedan los labios
repartidos, gastados, en la piel del deseo,
en la arruga infinita.
Manuel Cabrera (Sevilla)
Publicado en la revista Aldaba 31
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