Beso
esos sueños
que hago míos:
te agradezco
que me los recuerdes.
Vuelvo a ser
quien fui,
ese eterno loco
empeñado en creer.
Como mínimo
sé, ahora sé,
que me salvo
de la ignorancia
y de la soledad.
Y todo por un beso,
el tuyo.
Juan Tomás Frutos
Publicado en Acantilados de papel
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