Música de pandillada,
vida y compás de tambor
los mismos ritmos y latidos
diástole y sístole de mi corazón.
Y la música se va fundiendo
con el polvo de arcilla que soy,
se acrisola con mi sentimiento,
palpita mi pecho de emoción.
Cuando escucho esos arpegios
del cuero, caña y semilla
y veo movimientos de cuerpos regios,
otra vez vuelvo a la vida.
Van llamando a mi pasado
trayéndolo a mi presente,
buscando mis raíces con las manos,
despertando mi cultura que la tenían ausente.
Tengo ahora la esperanza
que la típica y bella danza
de alegría y sublime sentir
se conozca en todo confín.
Armando Rebatta Parra -Perú-
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