Muy satisfecho y sonriente
te tomé con embeleso
buscando arrancarte el beso
que te pone tan ardiente.
Pero no fue suficiente
tu fuego nunca se apaga,
no hay fuerza que lo deshaga
no sé causa, ni razón,
solo herí tu tentación
con el filo de mi daga.
El celo que vas dejando
por donde tu cuerpo avanza
se va convirtiendo en lanza
que Cupido va lanzando.
¡Cómo me estás castigando!
que ya mil muertes quisiera
para no estar a la espera
que me trae nuevas malas
y elevarme con mis alas
hasta ti, bella hechicera.
Sé que tu cuerpo es martirio
y tu carne tentación,
que recogen con pasión
mis miradas de delirio.
Tu boca enciende mi cirio,
tu perfume me levanta,
y mi virtud no se espanta
de observar tu purgatorio
oyendo el grito notorio
que sale de tu garganta.
Cien Diablos hay en batalla
¡Válgame Dios! ¡Madre mía!
entran por ti en agonía
cada uno se desmaya.
Y es que tu boca no calla
tus goces tan placenteros,
y sin luna, sin luceros,
yo me introduje en tu infierno
que se convirtió en un tierno
lugar de gritos sinceros.
Ysidro Parra -Venezuela-
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