Un bosque se abre, con sus copas
que no dejan
ver el cielo, nublado ahora,
también
nublado ayer, y como de seguro
fue
hace cien años, o doscientos,
cuando
los inventos increíbles daban la
vuelta
al mundo y las arcas rebasaban
y el tiempo
era dorado y las colonias crecían
coloridas,
laboriosas y tranquilas…
Un bosque
se abre, con sus copas, donde
el viento
resuena a unas pocas calles de
donde
el viejo Ezra escribió alguna vez
sus versos
memorables, mientras soñaba
con la China,
con los poemas de John Donne
y con marcharse.
Del libro "Dos cigarrillos para Eliot" de
Eduardo Dalter -Argentina-
Publicado en el blog elescribidor
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