Las lágrimas de papá son como rocas,
son duras y grises.
Se encuentran en la cima de sus ojos como dos montañas.
También hay nubes, nubes que nublan su vista;
quizá por eso no ve el daño que hizo.
Las lágrimas de papá fueron jóvenes,
fueron valientes,
fueron tempranas.
Despertó una mañana y ya había nacido,
llorando,
como dicen los doctores que nacen todos los niños.
Las lágrimas de papá hoy pesan más que antes
recorren su rostro, lo raspan,
caen en su boca y sellan sus labios
en un silencio eterno.
PAULINA GARCÍA
Publicado en Ágora 15
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