Sumergido en las titánicas ciudades situadas cerca de las cumbres más altas de la tierra aún sobrevive el homo erectus. Ese homínido que caminó en las sabanas durante millones de años, y que a día de hoy lo hace en los agrestes picos que aún están a salvo por la invasión de las aguas. Solo queda esperar que la especie, diseminada en islas acabe por mutar convirtiéndose en un mero recuerdo, que quizás otras especies descubran como el ser más asombroso que jamás ha pisado suelo firme. Mientras tanto la espera es el reducto hacia el ocaso final.
Francisco Manuel Marcos Roldán (España)
Publicado en la revista digital Minatura 151
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