Ella caminaba cual espiga por La Castellana. Se detuvo en el Café Colón porque el mantel guinda de aquella mesa le recordó su niñez llena de campo, verde, lavanda y grosella en su boca. A pesar de la tormenta y tanta agua. Decidió jugar a la niña: descalzarse y mojarse los pies. Ella esbelta y con sus recuerdos que siempre inspiraban a los escritores del Café Colón.
María Victoria León Dueñas (Perú/España)
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