Miraba la muralla
en el quicio de las calles,
no veía ni los membrillos
en verano.
El limonero hacia su agosto
en las ramas,
saciaba el eco con la impaciencia.
Las palabras se iban, se venían,
se indignaban,
malinterpretaban los mapas en flor,
abultaban en el rocío del alba,
masacraban la impaciencia.
La virtud, la escatología de mi verso,
rompen aguas al entendimiento,
como un suspiro que alivie mis cenizas.
Isabel Rezmo -Úbeda-
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