Creo que las personas tenemos la mente, el intelecto y el sentido, abotargados, quizás hemos perdido en la fosa del tiempo nuestras posibilidades y por esto pueden aparecer ciertas cuestiones increíbles en alguna medida.
No sé por cuantas razones hemos olvidado detener el pensamiento de vez en cuando, no he llegado a determinar su frecuencia, si convendría hacerlo a diario, cada dos horas o una vez por semana, el hecho de que deberíamos hacerlo, es lo que importa.
Es interesante dejar un espacio al sosiego para la meditación, para investigar y analizar lo que nos envuelve, nuestras circunstancias y nuestro entorno, a fin de obrar en consecuencia y de manera razonable. Cuando no lo hacemos, que es lo más frecuente, estamos dejando que todo actúe llanamente sobre nosotros y coarte las potenciales libertades que individualmente, podríamos hacer valer a nuestro favor. Como puede deducirse es importante.
Analizando la palabra premonitorio, el Nuevo Diccionario Ilustrado de la Lengua Española de Sopena dice: premonitorio,ria. adj. Med. Aplícase a todo síntoma que precede a un fenómeno patológico grave. Quitamos a la palabra el prefijo pre y buscamos monición: monición, viene del latín “monitio”, que significa “aviso, advertencia”. Con la partícula ad, admonición, también es femenino y es igual a amonestación y buscada amonestación, resulta ser la acción y efecto de amonestar, verbo transitivo cuyo significado es: advertir, prevenir, hacer presente alguna cosa para que se considere, procure o evite. Localizada la palabra presentimiento, podemos leer: movimiento interior que hace preveer un suceso.
Por otra parte la frase descriptiva del diccionario que premonitorio se aplica a todo síntoma que precede a un fenómeno patológico grave. Esto de por sí ha hecho alejar el interés, nadie desea ser considerado enfermo mental y menos aún grave. Considero esta acepción inapropiada y propia de la ignorancia, estamos en un tiempo en el cual se deberían abordar temas tabú, como es este, de manera más natural y tratar de llegar a ellos sin miedo.
Mucho mas libremente que "antes", sobretodo si recordamos cuantas veces hemos visto a muchos decir ante una situación: “ya sabía yo que esto iba a suceder”, incluso nos ha sucedido a nosotros mismos. Pero quitamos importancia al hecho y sin mayor detenimiento pensamos en otra cosa. Quizás el hecho en sí mismo carece de trascendencia, muy distinto sería si presintiéramos algo, verdaderamente importante para bien o para mal. Pero ¿qué ocurre? Pues que nos quedamos admirados ante lo acaecido, no acertamos a explicarlo y, si acaso aventuramos una hipótesis, quienes nos escuchan quitan importancia a la misma y no se vuelve a comentar pese a que uno mismo de vueltas al asunto una vez y otra vez, hasta que sin encontrar explicación, o el eco necesario, se olvida del tema.
La pregunta clave es ¿Cuál sería la aptitud que debería adoptar la persona afectada por alguna premonición para que el resultado de la misma fuera positivo y favorecedor para ella? No encuentro respuesta, si acaso una sugerencia se me ocurre: detenerse, aislarse y pensar en el hecho y sus
circunstancias para descifrar su significado. Si llegamos a entender la premonición, tomar muy buena nota de cuantos detalles se recuerden, para que seamos capaces de advertirla con claridad y considerarla en la medida conveniente, ya que esto será lo que nos permitirá obrar a nuestro favor.
Está por saber y por contrastar con la persona que tenga la premonición, bien de modo individual o a través de un grupo preparado, conocer y recibir las sensaciones premonitorias, escucharlas y estudiarlas.
Puedo en sucesivas narraciones, someter a consideración varios hechos sucedidos, si esto fuera interesante para el posible lector.
Lola Vicente -España-
Publicado en la revista Oriflama 24
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