Tras tus rotos
encontré ternura,
un trozo de fragilidad
con una pizca de vacilación.
Tras los míos
no quisiste ver,
por miedo a encontrar
algo que te atemorizara.
No lograste entender
que nunca me oculte,
que siempre fui traslucido
y vulnerable.
Que el caparazón
que creíste vislumbrar,
tan solo era una crisálida
cuya ninfosis estaba por concluir.
ERIC URÍAS
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