Una mujer exhala ternura a través de los muros.
Recorre el parque nocturno y se detiene en el mítico ciprés
para grabar en la corteza las sílabas de un idioma amniótico,
feral, inenarrable en el caliente extremo del destino.
Los ojos se hechizan.
No hay lágrimas ya en la galaxia.
Madre, has desatado el relámpago, lo has cavado
hasta absolver la entretejida pena de sus sombras.
Madre, has cruzado el puente de la coronación.
Madre, has desparramado las semillas del viento solar
donde la infancia sigue fermentando
el perfume iniciático y bienaventurado de tus mares.
Ella construye con amor, como si fuera en roca.
MANUEL LOZANO GOMBAULT (San Francisco-Córdoba-Argentina)
Publicado en la revista Gaceta Virtual 100
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