Yo nombré tus sacerdotes.
Yo levanté tu templo.
Yo creé tu Dios.
Yo te envié mis ángeles
a tu retiro.
Yo te dicté las palabras
sagradas.
Yo te di la vida.
Yo te la quito.
Yo vigilo tus movimientos
sin perder detalle.
Yo manipulo tus instintos.
Yo hago que odies
a tu hermano.
Yo te mando visiones
apocalípticas.
Yo te amenazo y te premio.
Yo te humillo y te ensalzo.
Yo te formo continuamente
de la primigenia arcilla.
Yo te puedo destruir
si me desprecias.
Yo te pediré cuentas
en la última hora.
Yo apareceré en tus sueños
más extraños.
Yo violaré tus pensamientos
inconfesables.
Yo haré que sufras por nada
y te deshagas en vanos placeres.
Yo haré que resucites
entre llamas o paraísos.
Yo soy la manzana,
el instinto, lo primitivo
que en ti habita.
Yo soy el Caído,
eternamente oponente
y habitante de esta tierra.
Yo soy tu Dios
en este lugar que llaman
Infierno.
Francisco J. Segovia -Granada-
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