Metí el pie hasta la altura del zancajo en un charco de barro y pus mientras miraba la serenata nocturna que era la estructura ósea de una buena moza que paseaba al ralentí por un pasadizo de acacias y cacas de perro.
Era la exaltación de la primavera entre bostezos y carteles de publicidad de las últimas elecciones.
Mi mirada se convirtió en impertinencia en boca de una poesía punk
con la intención
de captar
la atención
de la buena moza que ya se alejaba a ritmo de septimino minuetto,
cuando de pronto llegó un buen mozo de cresta multifunción y ojos que no eran los míos y arribó con mayúsculas en el buen puerto que eran los huesos, los muslos, los glúteos de tan confiscada mentalmente dama.
Mientras, yo marché contrito y mohíno mezclando en mi cabeza trailers de churras, merinas, izas, rabizas y colipoterras
de también
buen ver
sorbiendo los aros de cebolla de la mentira
diciéndome entre murmullos qué cosas digo, qué cosas se me ocurren.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
No hay comentarios:
Publicar un comentario