martes, 15 de enero de 2013

EL ABRAZO


Nunca me sentí tan mortalmente sentenciada,
ni que en aquel certero tajo de perderte
se me fuera la vida a borbotones.
Pero tus brazos fueron el mismo nudo marinero
con el que un atardecer me abrazaste conmovido,
entre un bosque de mástiles acunados.

Por eso no pudiste irte:
seguías leyendo en cada renglón de mi piel
cuanto amor te tenía .
Nunca en un abrazo he dicho tanto.
Nunca en un abrazo me he sentido tan amada.

Del libro Es un crimen talar el almendro florecido de MARÍA TERESA BRAVO BAÑÓN -España-
Publicado en La Biblioteca

No hay comentarios:

Publicar un comentario