Mi móvil está poseído, y estoy preocupada. Cuando presiono cualquier tecla, sólo se marca el número seis. Muy ingenioso no es, la verdad. A todos mis contactos femeninos les llama, simulando mi voz, para decirles que son unas zorras. Eso es cierto, vale, pero su comportamiento es inaceptable y ya me ha hecho perder a muchas amigas. A los hombres, en cambio, los telefonea para insinuarles que a mí me gustaría hacerles una… Bueno, permitidme que no ofrezca detalles.
Hace poco me dirigí a un reputado exorcista, aunque únicamente practica exorcismos a distancia. Acordamos, pues, que añadiría su teléfono a mi agenda de contactos y, así, cuando la posesión diabólica lo llamase, él lo exorcizaría sin piedad.
No sé, dudo que funcione, porque si algo bueno tiene mi demonio es que siempre mira por nuestro bolsillo y cuelga rápido.
CARLOS GARCÍA
Publicado en la revista Sea breve, por favor
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