sábado, 26 de enero de 2013

EL RÍO Y LOS ROSTROS


La barca avanza.
El pescador se mece acompasado al ritmo del oleaje. Un impulso repen-tino lo hace inclinar sobre las aguas a babor.
Mira asombrado como su reflejo es llevado por la corriente, mientras otras nuevas reverberancias aparecen, perdiéndose luego en los espejos acuosos que traen otros espejos, en los cuales el pescador se ve reflejado has-ta caer la noche, para que otra vez, el caudal amarronado lo vuelva a espejar hasta que el pescador ya no tenga rostro.

Del libro Cuentos iberoamericanos de LILIANA SAVOIA (Argentina)
Publicado en Los Cuadernos de las Gaviotas

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