martes, 15 de enero de 2013

HUMO GRIS AZULADO


Miro al atardecer tu chimenea
exhalando la tenue bocanada
de humo gris azulado,
irguiéndose en sedosa filigrana.
Es mensaje del fuego,
pero con más benevolencia me habla.
En torno al leño, en el hogar, crepitan,
se cimbrean las llamas,
fiero abrazo de amantes,
que tal vez en la alfombra se entrelazan.
El humo no lo cuenta, lo traduce
a tímidas, ingrávidas palabras,
ascendiendo en el aire, diminutas,
sobre sus tenues, invisibles alas.
Pero yo, que comprendo ese lenguaje,
lo revierto a su túnica dorada,
desnudándolo luego,
y en su versión original me abrasa.

Yo estuve allí en un tiempo no lejano,
y eran golpes de lanza,
y surtidores de oro,
reventando de gozo en tus entrañas.
Yo entonces sólo dialogaba en fuego,
no sabía del humo, de su danza
sutil sobre la piel de los tejados,
que hoy interpreto a golpes de nostalgia.

Me voy. El hilo de humo se retuerce
cantando el testimonio de la estancia.
Él es neutral, sedoso mensajero,
y entiendo su noticia, pero hay lágrimas
pugnando por brotar en mis cristales,
mientras me alejo, errático fantasma
que nadie reconoce,
ni deja huellas, ni eco en sus pisadas.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

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