Desfallecimiento
Muero de soledad, de desencanto,
de carencia de ti; yo, que a tu apego
me rejuvenecí, ramo de espliego
aromatizador, y ajeno al llanto.
He vuelto a envejecer. Sigue mi canto,
mas ya perdió su júbilo, su fuego.
Y sin embargo ni huyo ni reniego
de cuanto amé, y me pulveriza, tanto.
Evádanse los días en la espera
de otra luz, de una nueva primavera,
de la resurrección de entre los muertos.
Más que mi cuerpo, mi alma desconfía
de recobrar la mágica energía
para cortar las rosas de otros huertos.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO
Los Angeles, 7 de abril de 2011
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