No he de dar lo que no poseo
siquiera la sinceridad de un beso,
no me pidas semejante ofrenda
cuando el amor me envenena
y quiero creer... y no creo,
ni en querer, ni en que me quieran.
Aspiro a ser... y ser sincero
como busco aquello que no tengo
que sé bien cómo se expresa
pero conozco todas sus tretas
con las que a veces me aprovecho
pero después se va... y nunca regresa.
Así soy mi propio castigo
sin ningún jurado, sin ningún juicio,
juicio que tampoco me interesa
tener merodeando por mi cabeza
porque siempre me ha dolido
y no alivia ninguna advertencia.
No me importa, es mi sino
es así como he nacido
y ya, nadie me arregla,
voy a probar suerte en otra puerta,
voy a ahogarme en el olvido
de los amantes arrepentidos
sin expresar ninguna queja,
en otros besos, en más vino
y en las mentiras de mis letras.
Luis Maria Saiz
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