Se durmió esa noche
buscando en lo más profundo
de sus pensamientos,
los te amo que le escuchó
decir al despedirse.
Tenía una sonrisa en sus labios,
y una lágrima en el alma.
Los sueños que tenía en su corazón,
se evaporaron al instante,
cuando él le hizo saber
que no la había perdonado.
Las palabras que lo ofendieron,
las dijo sin sentirlas, sin querer,
al segundo de decirlas,
arrepentida se sintió
No es una mujer que ruegue,
y menos pedir que la quieran.
Se durmió en la callada quietud,
diciéndole a la luna que la ayude
a ser merecedora de su cariño y perdón.
Anitra Bravo Galaz -Chile-
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