De la realidad viva,
que no para su movimiento,
captada por una máquina,
en un preciso instante,
siempre diferente al instante siguiente
y al instante anterior,
nace la irrealidad,
la fantasía, el sueño,
que permanecerá inalterable,
hoy y mañana
y que nada tendrá que ver
con la imagen inicial,
siempre cambiante,
que se ve superada,
sobrepasada, por un mundo
donde domina el color
creando una naturaleza
apasionante, atrapadora,
que hiere las retinas cada día
de una manera desigual.
Raíces, hojas, nerviaciones,
van llenando el lienzo
haciendo que el sueño
se engrandezca y cobre vida.
JOSÉ LUIS RUBIO
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