domingo, 4 de agosto de 2019

LOS ECOS DE MI TIERRA... ME RECUERDAN A TI...


Asomas… como un Mar arrogante...
De nacaradas ninfas y finos cantos de sirenas…
En tu imponencia… tiemblan los rayos...
En blanco glaciar… de las nieves eternas…
Tu voz resuena… en una sonora siesta...
De claro recital de cardenales... como un eco ancestral
Te descubro… cubierta de costa a costa...
De lapachos en flor en el amanecer de mi ocaso…
Me cautiva tu mirada... y esa risa... serena y astral...
Por ti… me aferro a tus susurros acariciantes
Como una dulce melodía que recito por no verte…
No quiero sentir desdicha… trocando dicha por llanto
En el fondo de mis ojos… me niego a la tristeza de perderte…
Y en el fondo de los tuyos… puedo mirar emoción…
Que nace sin la razón… en rítmico corazón…
Si no acudes a mí… veré la muerte del Sol…
Con el luto de la noche… y lagrimeantes nubes…
Serán mi consuelo… las mansas estrellas…
En sintonía con la casta penumbra… de los nocturnos astros
Sólo su luz… sensible y cálida… me acercarán a tu morada celestial…
Estarás en mí… con el azul reflejo de ríos y lagunas…
volverás en árbol... y serás instrumento de cuerdas mágicas...
con la madera que troce un carpintero... que en vez de muebles...
se dedique a hacer guitarras...
y tu espíritu estará en el canto... de nuestros músicos chamameceros...
y en los bailarines... a puro sapucay y zapateo...
En la mágica danza… de mi Corrientes agreste…
Volverás a mí... en carne o sueño... y así me llevaré tu esencia...
Sellando tu imagen en mi conciencia… hasta el fin de los días...

Jorge Daniel Pérez (Argentina)

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