El exilio: están aquí y allá: en ningún sitio,
nadie los quiere a esta gente sin un horizonte fijo;
pero ellos van donde el olor del pan los atrae...
podrían ir hacia cualquier grieta o precipicio.
Cruzan continentes enteros, buscando el paraíso prometido:
que podía ser: Europa o Estados Unidos;
si estos no estuvieran gobernados por energúmenos...
racistas y xenófobos.
Cruzan desiertos y océanos, que los bravos mares
se tragan o que las heladas queman...
y esos desiertos infinitos que terminan
por volverlos locos de remate.
Las miradas perdidas en un horizonte sin fin
que para muchos termina, también sin esperanzas...
se acuestan como un perro sin el animo y el recurso
tierno de mover su cola...
La mirada se deslíe o retroceda
al punto de partida, se pulveriza en el aire,
junto con los proyectos y las ilusiones que hicieron
tantas noches bajo las bombas y el hambre.
Su grito de angustia no encuentra eco
ni su voz triste, pidiendo justicia y pan...
ni siquiera la de un niño que se va
al fondo de la mar sin saber para que ha venido...
¡Se disuelve tan sólo, se pulveriza!
RAFAEL CHACÓN MARTEL
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